Lecturas
que cambiaron mi vida.
Llego un poco tarde al
boom de estas entradas y vídeos, pero es que antes no me apetecía hacer una
entrada así. Ahora sí me apetece. Me he propuesto como reto, para mi vida,
dejar o cambiar todas aquellas cosas que me molestan o no me gustan de mí, de
apartar a las personas que me hacen mal y a las actitudes sumamente tóxicas que
tengo en ocasiones. ¿Qué tiene que ver esto con los libros? Un montón, porque
los libros, así como las películas, las canciones, los personajes, los años,
las personas y las vivencias, me hacen ser quien soy. Los libros que marcaron
mi vida dirán mucho de quién fui y de quién soy, estos libros son los que
provocaron algo en mí que me hicieron cambiar de gustos o algún aspecto de la
personalidad, o en la forma de ver las cosas.
Empecemos por el inicio.
Pero no en el inicio en que Gabriel García Márquez me aburría, allá, cuando
tenía unos ocho o nueve años. Vayamos a encontrarnos con “Tan azul” de Roy
Berocay. Yo no soy mucho de leer autores de mi país. Roy Berocay es un autor
que se volvió bastante importante en Uruguay, y siempre está sacando libros
nuevos. Pero no hay nada como “Tan azul”, ni siquiera los libros anteriores que
conforman la trilogía: “Pequeña Ala” y “La niebla”. A mí me regalaron “Tan
azul” y lo leí antes de saber que había dos libros publicados, pero no hizo que
lo entendiera menos o que me gustara menos. Yo debía de tener diez u once años.
El libro es bastante corto, creo que apenas pasa las cien páginas, pero yo NO
quería dejar de leerlo, en ningún momento. La historia cuenta las vivencias de
Sebastián, un chico que tiene una banda con algunos compañeros del liceo y que
lucha por entender que es lo que pasa en este país donde el arte existe, pero
existe escondido, donde se lo ve más como entretenimiento y donde casi nadie
(casi) puede vivir de su arte; intenta comprender qué pasa con el amor, qué
pasa con Eliana, su ex novia; qué pasa con él. Las cosas de las que habla “Tan
azul” son simples, pero son verdaderas. Yo todavía no estaba en la edad de los
protagonistas, alrededor de quince o dieciséis años, pero la historia me
encantó, hizo que quisiera leer más, logró que yo quisiera más libros, que me
gustara esto de meterse en la cabeza de otras personas y vivir lo que ellas
viven. Claro, al llegar (demasiado pronto) a la edad de los personajes los
entendí todavía mejor, y lo peor es que ya pasé sus edades. “Tan azul” te llena
de una familiaridad y una calidez que, supongo yo, tiene mucho que ver con que
la historia esté ubicada en Uruguay, acá, mi país, y que tenga que ver con el
arte, aquello a lo que quiero dedicarme. “Tan azul” me abrió las puertas a un
nuevo mundo.
“Hush
hush” de Becca Fitzpatrick. Sí, sí,
un cliché, una mierda. Llamen a la saga como quieran, a mí me da igual. “Tan
azul” me hizo querer leer más, pero yo no sabía exactamente qué quería leer.
Alrededor del segundo año de secundaria conocí a One Direction y con la banda
vinieron un montón de páginas que publicaban fanfic. En esa época el fanfic no
estaba en Wattpad, era publicado por las (o los) creadores de contenidos de las
páginas hechas por fans de One Direction. Leí un montón de fanfics de One
Direction, uno de ellos fue “Hush Hush” (que no tenía ese nombre en la página,
ni siquiera me acuerdo como se llamaba), en donde lo que hacían eran cambiar el
nombre de Patch por el de Zayn Malik, bueno no, en realidad el nombre de Patch
era el apodo de Zayn, como Patch es el apodo de Jev. En fin, lo leí todo y
pensaba: “¡Es el mejor fanfic que he leído!”, porque comparado con otros
fanfics estaba escrito de forma espectacular. Después me enteré que era una
saga, busqué la saga por internet y listo, me leí los cuatro libros en una
semana. Fueron los primeros libros que me compré porque yo quería. “Hush hush”
es el libro que me adentró a la literatura, después de él no he hecho más que
leer y leer. “Hush Hush” es para mí lo que “Crepúsculo” para la mayoría.
También me acercó muchísimo a la temática angelical, que a mí me fascina y que,
en mi opinión, le da mil vueltas a los hombre lobos y a los vampiros. Después
de “Hush hush” vinieron sagas como “Oscuros”, “El gremio de los cazadores”,
“Cazadores de sombras”, y un largo etc. Le debo estar haciendo esto y a
escribir a “Hush Hush”.
“Cazadores de sombras” no
hizo que en mi vida hubiese un antes y un después como con “Hush Hush”, pero
“Cazadores de sombras” me ha acompañado por demasiado tiempo, y me acompañará
por muchísimo tiempo más. Para mí, leer Cazadores de sombras es como estar en
casa, los personajes son parte de mi familia, las historias son mis historias,
tengo en la piel las runas y soy, a su vez, brujo, vampiro, hombre lobo y hada,
pero sobre todo, soy una cazadora de sombras. Es muy difícil de explicar por
qué me gusta tanto la saga, será por la acción, porque Cassandra Clare agarró
una licuadora y metió un montón de elementos fantásticos dentro, pero lo hizo
de una forma tan buena y tan creíble como pocas veces vista, porque los
personajes son fantásticos. Me había gustado “Hush hush” antes, y me había
gustado “Oscuros” y varias historias más, pero con “Cazadores de Sombras”, por
primera vez, me sentí cercana a los personajes, me sentí parte de ellos y, a la
vez, ellos son parte de mí. A la mayoría le gusta y se enamora con “Los
orígenes” y ahora con “The dark artifaces” (que todavía no leí), pero yo
sospecho que siempre me voy a quedar con la saga principal, porque Clary y Jace
se han quedado grabados en mi corazón.
“El retrato de Dorian
Gray” de Oscar Wilde me hizo ver los clásicos de una forma distinta, y le dio
pie a un montón de lecturas de clásicos como “El gran Gatsby”, “El extraño caso
de Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, “Sherlock Holmes”, es decir, me hizo retomar la fe
en los clásicos, perdida cuando leí “Orgullo y Prejuicio” (puaj). Oscar Wilde me
abrió las puertas a los clásicos e hizo que este libro se convirtiera en mi
favorito. “El retrato de Dorian Gray” es una obra de arte, ni siquiera se puede
explicar por qué, porque no hay explicación alguna, es arte, sus personajes son
arte, su arte es arte, Dorian Gray es la personificación del arte y la obra en
su composición me parece una alabanza o un tributo al arte. Es que divago con
esta historia. Nunca olvidaré a Dorian Gray, porque Dorian Gray es ese espejo
en el que no me quiero reflejar.
“En el camino a Jellicoe”
de Melina Marchetta y “Marrow” de Tarryn Fisher van juntos porque los leí casi
seguidos y porque ambos me parecieron que, en esencia, eran bastante parecidos.
Éstos libros me destrozaron el corazón mientras me lo armaban, llegaron en un
momento crucial para mí y desde entonces se han convertido en libros guía o
libros modelo para lo que yo quiero escribir. “En el camino a Jelliceo” y
“Marrow” dieron paso a libros como “Te daría el Sol”. Desde que los leí sólo he
querido releerlos, y es que tienen esa cosa poética, esa forma de contar la
vida, por cruda o sosa que tenga, que hace que me conmueva y me emocione.
Quiero leer más libros como éstos y, sobre todo, quiero tenerlos pronto en mis
manos.
La relectura de “Harry
Potter” de J. K. Rowling dio paso no sólo a reseñas extensas. Me gusta Harry
Potter desde que tengo, aproximadamente, diez años, cuando maratonee en Cartoon
Network, las películas. Un año después, vi la segunda parte de “Las reliquias
de la muerte” en el cine. Estaba maravillada, gente que tenía los libros me los
ofrecía y yo retrocedía temerosa porque pensaba “¡Cómo de complejos serán los
libros si así son las películas!” y tenía un poquito (bastante) de razón. Hasta
que un día dije “basta” y los leí. Y me aburrieron hasta que empecé a odiar
todo lo que tenía que ver con Harry Potter. Después vino un boom y yo veía que
a todos a mí alrededor les gustaba la saga; en mi clase este año éramos ocho
alumnos, y a seis nos gustaba Harry Potter. Me superó. Hasta que me perdoné a mí
misma por querer que una de mis sagas favoritas sea sólo mía. Me compré los
libros entonces. Los leí de enero a junio de 2017 y DIOS. Es magia pura, los
personajes, la historia, las subtramas, las frases, TODO es magia pura. Joanne
Rowling es una genia. La relectura me hizo volver a amar Harry Potter, hizo que
nacieran muchos personajes que se volvieron mis favoritos de la vida, como
Remus, como Luna, como George, como Fred, como Neville. Siempre me gustaron más
las relecturas que las lecturas, y este es el mejor ejemplo. Quiero volver a
leerlos. Porque Hogwarts siempre será un hogar al que querré volver.
Por último, quiero nombrar
a “The Raven Cycle” de Maggie Stiefvater. No he terminado la saga aún y quizá
el último libro no me guste, pero hay varias razones por las que creo que esta
tetralogía marca y marcará mi vida. En 2017, como dije en varias entradas,
desde julio, fue un año en que la pasé extremadamente mal, fue un año de mierda
(para hablar mal y pronto), pero con todas las letras, y aunque leí libros que
considero, objetivamente, buenos, no me llegaron al corazón. Desde “Te daría el
sol” y “Harry Potter” (junio y julio) hasta diciembre, cuando leí “La profecía
del cuervo” (The Raven Cycle #1) ningún libro me emocionó, ningún personaje me
interesó, ninguna trama me tenía en vilo. Y es que con The Raven Clycle no he
podido dejar de leer y, lo que es mejor aún (y es por esto que se encuentra en
esta lista), me llenó de ese sentimiento de familiaridad, de estar en mi hogar,
como si yo perteneciera al grupo de amigos de esta saga; me hizo sentir lo que
Cazadores de Sombras me hizo sentir aquella vez que los leí por primera vez y
todas las veces que he vuelto a leer los libros. Con The Raven Clycle inauguro
una nueva oleada de lecturas de me-importa-una-mierda-si-el-libro-que-estoy-leyendo-se-considera-bueno-o-no
y yo-leo-lo-que-me-da-la-gana.
Porque no pienso leer nada
por obligación y no pienso dejar de leer nada y disfrutarlo porque se le
considere malo, así como no pienso dejar de ponerme la ropa que quiero, o
teñirme el pelo del color que quiera, o sentir las cosas que siento por el
simple hecho de que a los demás no les gusta o piensen que eso no debería ser
así. Porque al fin y al cabo no quiero vivir una vida siendo algo que no soy,
no quiero leer libros que no quiero leer, o vestir como quiero vestir, o sentir
cualquier cosa que tenga que sentir, aunque quizá por eso me quede sola, no me
interesa, porque no necesito a nadie. Y sé que esto parece que no viene al
caso, pero viene al caso.
Así que les digo a
ustedes, cualquier persona que esté leyendo esta entrada por las razones que
sean: basta, los años pasan, y tú debes dejar de pensar lo que tu familia, o
tus amigos, o la persona que te gusta, o quien sea, piensan de ti. Tú sólo
puedes mandarte a ti mismo y nadie puede mandarte a ti, así que si querés leer
algo, hacelo; si querés ver una película, hacelo; si querés verte ochenta
capítulos en un día de una serie o un anime, hacelo; si querés tatuarte en la
frente “ME GUSTA EL PITO” hacelo; si querés vestirte como tengas ganas y querés
salir a la calle con eso puesto, sin miedo a que los demás te miren raro o
incluso te digan algo, hacelo. Porque no tenés más oportunidades. Siempre es
mejor arrepentirse por hacer algo, que tener la duda de que hubiese pasado, o
quedarte con las ganas de hacerlo. Ya está, tenemos responsabilidades, sí,
tenemos un planeta que salvar y personas a las que ayudar a ser mejores, pero
para eso debemos ser nosotros mismos, salvarnos a nosotros mismos, crecer como
personas. Se hace con paciencia, y con coraje.
Sobre todo quiero decirte,
que no estás solo. Que al igual que yo tengo a todas historias conmigo, vos
tenés a las tuyas contigo. Y me tenés a mí. Feliz 2018.
Valentine
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